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¿Qué tal si empezamos por el principio?

De mis recuerdos cuando era chica, siempre me sentì un poco distinta a los demàs, sin llegar a ser alguien «raro», de otra galaxia.

Cuando mis padres se reunìan con sus amigos y yo «supuestamente» tenìa que jugar ò conversar con las hijas de sus amigos, no sentìa muchas cosas en comùn con ellas aunque èramos casi todas de la misma edad, no me atraìan esas conversaciones ò juegos.

Preferìa cuidar a los màs  chiquitos, acunarlos en sus cochecitos hasta que se durmieran, me sentìa màs còmoda estando sòla ò con los bebès.

Por supuesto tampoco fueron fàciles mis dias en la escuela primaria, en general mis contactos con la sociedad no eran los mejores. A veces hacìa un montòn de tonterìas para llamar la atenciòn, y todos se reìan de mì. Podrìamos decir que era una «incomprendida».

Cambiè varias veces de escuela, y eso es un poco frustrante, pero por suerte en uno de  mis cambios de colegio, volvì a encontrar a una compañera con la que conservo hasta ahora amistad.

Desde hace poco tiempo, me interesé en las nuevas formas de comunicarse por internet como por ejemplo con el Facebook.

En una visita de mi papá a Israel, donde resido actualmente,  le pedí que me trajera fotos mías de cuando era chica e iba a la  escuela primaria y secundaria.

Subí las fotos a la red y  allí comencé a buscar a viejos compañeros y compañeras de otras épocas.

Fue muy lindo el reencuentro virtual con mis ex compañeros. Con algunos tengo más contacto que con otros por supuesto, pero lo más increíble es que estamos diseminados todos por distintas partes del mundo cada uno tratando de hacer su vida como puede.

Y sé por experiencia propia que no es nada fácil instalarse en otro país. De eso hablaremos más adelante.

Volvamos a mi niñez…

En esas èpocas de escuela primaria, cuando tenìa 12 años, vì un programa de televisiòn donde hipnotizaban al invitado y observando el procedimiento decidì  yo tambièn hacer la prueba.

Y sin quererlo, ni sospechar siquiera que fuera posible, habìa hipnotizado a una compañera del grado, con la que no tenìa ninguna amistad.

Ése fue el puntapiè inicial para un montòn de ejerciciosde hipnosis que fui haciendo luego, ya màs conciente de lo que hacìa, y con mucha seriedad y responsabilidad.

Sabía que lo que yo iniciè como un juego, en realidad no lo era, y tenìa mucho respeto por las personas que hipnotizaba, por lo tanto, nunca hice algo con una mala intenciòn.

Los estudios de psicologìa y comportamiento del ser humano, siempre me interesaron, por lo cual para mí era algo asì como un tema de estudio y aprendizaje.

Me gustaba en esas èpocas recorrer los viejos andenes del subterràneo y buscar libros interesantes. Entre otras cosas leìa Hamlet de Shakespeare, una historia sobre Napoleòn Bonaparte y el tratado de la histeria mediante hipnosis y asociaciòn de ideas de Freud.

Si habìa alguna enciclopedia nueva, por lo menos el  primer fascìculo siempre yo lo querìa, todos los temas eran interesantes para mì.

Ademàs de la lectura, tambièn soy una apasionada de la música.

Me gusta la mùsica clàsica y la moderna tambièn.

No me gustan algunos tipos de mùsica popular como cumbia, no me gusta mucho el jazz ni el blues, ni mùsica de Brasil, me dan una sensaciòn de tristeza escondida en el fondo.

De muy chica aprendì  a tocar el piano y algo de guitarra, teorìa y solfeo.

Iba a escuela de doble turno donde aprendìa castellano como todos y ademàs idish y hebreo.

Todo eso me sirviò muchos años despuès, cuando a los 42 años, casada y con cuatro hijos, me vi obligada por las circunstancias econòmicas del paìs a emigrar a Israel.

Y lo hice despuès de haber agotado todas las posibilidades para quedarme en mi paìs, pero aparentemente nada era posible para salir adelante.

Siempre fui sumamente vergonzosa, y hasta el dìa de hoy me resulta muy difìcil la comunicaciòn directa con las personas. Me cuesta hablar por telèfono, pedir  lo que me corresponde, pelear por mis derechos, lo hago cuando no me queda otra alternativa.

Afortunadamente ahora existe internet, herramienta que dirìa indispensable para el transcurso de mis dìas.

Es ideal para mi caràcter, ya que puedo averiguarlo todo, sin hablar con nadie, a una velocidad increìble, lo que tambièn ayuda a mi poca paciencia.

No me gusta esperar, todo tiene que ser ya, es ahora  cuando lo necesito, no dentro de un año.

Cuando yo pido algo lo quiero de inmediato. Y si no lo tengo en ese mismo instante ya me deja de interesar.

Y no es que me guste pedir, todo lo contrario, trato de pedir lo menos posible….

Me gusta ser omnipotente, no soy buena para los trabajos de equipo, sòlo confìo en mì y en que yo hago mi parte  lo mejor que puedo. No me gusta depender de los demàs, porque siempre me pueden fallar y es algo que me cuesta tolerar.

A esta altura, aprendì a aceptar las fallas de las personas y por sobre todo las mìas, pero antes de casarme y tener hijos era una especie de «robot» que siempre aspiraba a la perfecciòn.

Es como un Antes y un Despuès.  La maternidad fue un gran cambio en mi vida, me volvì màs humana y màs sensible.

A pesar de ser bastante ermitaña, aunque parezca contradictorio, tengo una muy buena predisposiciòn hacia la sociabilidad y las relaciones pùblicas.

Hablo con gente que apenas conozco para ofrecerles los servicios de mi marido para las reparaciones del hogar , que es su ocupaciòn,  y en general la gente me ve con buenos ojos, como alguien simpàtico, agradable, confiable, transmito mucha seguridad.

Es una seguridad que tengo muy bien fijada en mi misma, asì fui educada y asì eduquè a mis hijos. Quizàs  uno de mis pecados capitales sea la soberbia,  no soporto la modestia, no me gusta la gente que cree que no vale, que no es importante, que los demàs no van a escucharlos.

Ante todo uno tiene que quererse a sì mismo, creer  en uno mismo y a partir de ahì podemos transmitir fuerza y seguridad a los demàs.

Cada uno es ùnico y especial, y todos tenemos algo que aportar, podemos completar al otro.

Nadie tiene la verdad absoluta, y todos tenemos nuestra verdad.

Soy una romàntica y una pacifista empedernida.

Creo por sobre todas las cosas en el  «Amor»,  y es el amor el que nos da energìa para vivir y seguir adelante.

No le doy valor a lo material, ni siquiera para lo indispensable. No acepto trabajar de algo que no me gusta ò me resulta deprimente sòlo para ganar el mìnimo de dinero que necesito para subsistir y mantener a mi familia.

En realidad, no me gusta trabajar en general, y si lo hago es sòlo por las circunstancias.

Muy a mi pesar, debo aceptar que para manterner  una familia tan grande como la nuestra, se hace imprescindible que trabajemos los dos (mi marido y yo), más aún sabiendo las tristes experiencias vividas por falta de dinero.

No soy de las que piensa que trabajar hace dignas a las personas, todo lo contrario, para mì las humilla porque tienen que aceptar que otra persona con màs dinero ò poder le dè òrdenes a cambio de plata para subsistir. Y yo no lo acepto.  No veo mucha diferencia entre ser empleado y la època de la esclavitud, sòlo un sueldo mìnimo a fuerza de » sangre, sudor y làgrimas».

Quizàs todo tenga su explicaciòn en la Biblia, cuando  Dios echa del paraìso a Adam y le dice que deberà ganar el pan con el sudor de su frente, y nosotros todavìa estamos pagando su pecado.

No creo que la Biblia sea un libro que haya que respetar religiosamente pero sì creo que puede ser un interesante documento històrico. A travès de mis mùltiples lecturas vì que lo que cuenta la Biblia coincide con historias bastante similares de otras civilizaciones antiguas.

No sòlo la Biblia sino tambièn los estudios de Càbala y tarot, nos adentran en todas estas ideas dando explicaciones a nuestras  constantes dudas y conflictos.

Me interesa todo, la astrologìa, la numerologìa, la  Càbala, la historia de los pueblos y su infuencia en la civilizaciòn actual. «Todo tiene que ver  con todo.

Todas mis ideas de independencia absoluta y de libertad tambièn me trajeron en su momento problemas en la escuela, nunca aceptè que una maestra ò profesora me dijera lo que tengo que hacer. Soy grande, inteligente, responsable y no soporto que nadie me diga què es bueno ò malo para mi, a no ser que sea yo quien decida pedir un consejo ò ayuda.

Y sè que todas estas ideas absolutistas mias traen muchas discusiones.

No todos tienen que estar de acuerdo conmigo, por supuesto. Pero yo soy asì, y asì me quiero.